lunes, agosto 04, 2025

Beato Gonzalo Gonzalo Gonzalo, Religioso y Mártir

Beato Gonzalo Gonzalo Gonzalo, Religioso y Mártir

Agosto 24

Beato Gonzalo Gonzalo, religioso profeso de la Orden de San Juan de Dios y mártir

Nació en Conquezuela, provincia de Soria, España, el 24 de febrero de 1909 y  fue martirizado en Madrid, España, el 4 de agosto de 1936 

Beatificado por san Juan Pablo II el 25 de octubre de  1992


Se llamaba Gonzalo Gonzalo Gonzalo, ya que sus padres eran primos hermanos del mismo apellido -Gonzalo-, y le pusieron además Gonzalo de nombre de pila. Había nacido en Conquezuela, provincia de Soria, el 24 de febrero de 1909. 


A los 21 años ingresó en la Orden Hospitalaria, y en 1933 fue destinado a la comunidad del asilo-hospital de San Rafael de Madrid, de la que era limosnero a comienzos de 1936. 


Llegado el 18 de julio, la comunidad, compuesta por 35 hermanos, suspendió por un tiempo la petición de limosnas, pero tuvo que reanudarla porque era su único medio de vida. 


El día 4 de agosto fray Gonzalo salió a pedir y fue apedreado en una casa. En una casa de la calle María de Molina fue denunciado a los milicianos que le arrestaron y procedieron a asesinarlo junto a la checa, en la confluencia de la calle Velázquez con María de Molina.


Su cadáver estuvo un tiempo abandonado en el suelo. 

Fue beatificado el 25 de octubre de 1992, con los 71 mártires Hospitalarios.



Evangelio Agosto 4, 2025

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Lunes 18 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 14,13-21): En aquel tiempo, cuando Jesús recibió la noticia de la muerte de Juan Bautista, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras Él viniendo a pie de las ciudades. Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. 


Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida». Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer». Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces». Él dijo: «Traédmelos acá». 


Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


«Levantando los ojos al cielo...»

Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano - (Cervera, Lleida, España)


Hoy, el Evangelio toca nuestros “bolsillos mentales”... Por esto, como en tiempos de Jesús, pueden aparecer las voces de los prudentes para sopesar si vale la pena tal asunto. Los discípulos, al ver que se hacía tarde y que no sabían cómo atender a aquel gentío reunido en torno a Jesús, encuentran una salida airosa: «Que vayan a los pueblos y se compren comida» (Mt 14,15). Poco se esperaban que su Maestro y Señor les fuera a romper este razonamiento tan prudente, diciéndoles: «Dadles vosotros de comer» (Mt 14,16).

Un dicho popular dice: «Quien deja a Dios fuera de sus cuentas, no sabe contar». Y es cierto, los discípulos —nosotros tampoco— no sabemos contar, porque olvidamos frecuentemente el sumando de mayor importancia: Dios mismo entre nosotros.

Los discípulos realizaron bien las cuentas; contaron con exactitud el número de panes y de peces, pero al dividirlos mentalmente entre tanta gente, les salía casi un cero periódico; por eso optaron por el realismo prudente: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces» (Mt 14,17). ¡No se percatan de que tienen a Jesús —verdadero Dios y verdadero hombre— entre ellos!

Parafraseando a san Josemaría, no nos iría mal recordar aquí que: «En las empresas de apostolado, está bien —es un deber— que consideres tus medios terrenos (2 + 2 = 4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con otro sumando: Dios + 2 + 2...». El optimismo cristiano no se fundamenta en la ausencia de dificultades, de resistencias y de errores personales, sino en Dios que nos dice: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

Sería bueno que tú y yo, ante las dificultades, antes de dar una sentencia de muerte a la audacia y al optimismo del espíritu cristiano, contemos con Dios. Ojalá que podamos decir con san Francisco aquella genial oración: «Allí donde haya odio que yo ponga amor»; es decir, allí donde no salgan las cuentas, que cuente con Dios.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Posiblemente no nos encontramos en situación de dar mucho, pero siempre podemos dar la alegría que brota de un corazón que ama a Dios» (Santa Teresa de Calcuta)
  • «Esos pocos panes y peces, compartidos y bendecidos por Dios, fueron suficientes para todos. ¡Y atención! No es magia, es un ‘signo’: un signo que invita a tener fe en Dios, Padre providente» (Francisco)
  • «La Sagrada Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de este sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.416)

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  • Fuente: https://evangeli.net


domingo, agosto 03, 2025

Evangelio Agosto 3, 2025


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Domingo 18 (C) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre!, ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».


Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».


«La vida de uno no está asegurada por sus bienes»

Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells - (Salt, Girona, España)


Hoy, Jesús nos sitúa cara a cara con aquello que es fundamental para nuestra vida cristiana, nuestra vida de relación con Dios: hacerse rico delante de Él. Es decir, llenar nuestras manos y nuestro corazón con todo tipo de bienes sobrenaturales, espirituales, de gracia, y no de cosas materiales.

Por eso, a la luz del Evangelio de hoy, nos podemos preguntar: ¿de qué llenamos nuestro corazón? El hombre de la parábola lo tenía claro: «Descansa, come, bebe, banquetea» (Lc 12,19). Pero esto no es lo que Dios espera de un buen hijo suyo. El Señor no ha puesto nuestra felicidad en herencias, buenas comidas, coches último modelo, vacaciones a los lugares más exóticos, fincas, el sofá, la cerveza o el dinero. Todas estas cosas pueden ser buenas, pero en sí mismas no pueden saciar las ansias de plenitud de nuestra alma, y, por tanto, hay que usarlas bien, como medios que son.

Es la experiencia de san Ignacio de Loyola, cuya celebración tenemos tan cercana. Así lo reconocía en su propia autobiografía: «Cuando pensaba en cosas mundanas, se deleitaba, pero, cuando, ya aburrido lo dejaba, se sentía triste y seco; en cambio, cuando pensaba en las penitencias que observaba en los hombres santos, ahí sentía consuelo, no solamente entonces, sino que incluso después se sentía contento y alegre». También puede ser la experiencia de cada uno de nosotros.

Y es que las cosas materiales, terrenales, son caducas y pasan; por contraste, las cosas espirituales son eternas, inmortales, duran para siempre, y son las únicas que pueden llenar nuestro corazón y dar sentido pleno a nuestra vida humana y cristiana.

Jesús lo dice muy claro: «¡Necio!» (Lc 12,20), así califica al que sólo tiene metas materiales, terrenales, egoístas. Que en cualquier momento de nuestra existencia nos podamos presentar ante Dios con las manos y el corazón llenos de esfuerzo por buscar al Señor y aquello que a Él le gusta, que es lo único que nos llevará al Cielo.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo» (San Juan Mª Vianney)
  • «¡Tú eres importante! Y Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante Él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú, tal como eres. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio» (Francisco)
  • «El décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.536)

sábado, agosto 02, 2025

Evangelio Agosto 2, 2025

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Sábado 17 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 14,1-12): En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús, y dijo a sus criados: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».


Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla». Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta.


Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.


«Se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús»

Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez - (Sant Feliu de Llobregat, España)


Hoy, la liturgia nos invita a contemplar una injusticia: la muerte de Juan Bautista; y, a la vez, descubrir en la Palabra de Dios la necesidad de un testimonio claro y concreto de nuestra fe para llenar de esperanza el mundo.

Os invito a centrar nuestra reflexión en el personaje del tetrarca Herodes. Realmente, para nosotros, es un contratestigo pero nos ayudará a destacar algunos aspectos importantes para nuestro testimonio de fe en medio del mundo. «Se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús» (Mt 14,1). Esta afirmación remarca una actitud aparentemente correcta, pero poco sincera. Es la realidad que hoy podemos encontrar en muchas personas y, quizás también en nosotros. Mucha gente ha oído hablar de Jesús, pero, ¿quién es Él realmente?, ¿qué implicación personal nos une a Él?

En primer lugar, es necesario dar una respuesta correcta; la del tetrarca Herodes no pasa de ser una vaga información: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos» (Mt 14,2). De cierto que echamos en falta la afirmación de Pedro ante la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro le respondió: ‘Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo’» (Mt 16,15-16). Y esta afirmación no deja lugar para el miedo o la indiferencia, sino que abre la puerta a un testimonio fundamentado en el Evangelio de la esperanza. Así lo definía San Juan Pablo II en su Exhortación apostólica La Iglesia en Europa: «Con toda la Iglesia, invito a mis hermanos y hermanas en la fe a abrirse constante y confiadamente a Cristo y a dejarse renovar por Él, anunciando con el vigor de la paz y el amor a todas las personas de buena voluntad que, quién encuentra al Señor conoce la Verdad, descubre la Vida y reconoce el Camino que conduce a ella».

Que, hoy sábado, la Virgen María, la Madre de la esperanza, nos ayude a descubrir realmente a Jesús y a dar un buen testimonio de Él a nuestros hermanos.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «San Juan Bautista dio su vida por Cristo, aunque no se le ordenó negar a Jesucristo; sólo se le ordenó callar la verdad» (San Beda el Venerable)
  • «San Juan Bautista nos recuerda también a nosotros, cristianos de nuestro tiempo, que el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad, no admite componendas. La Verdad es Verdad, no hay componendas» (Benedicto XVI)
  • «El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia, los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y de las obligaciones que de él se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.472)

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  • Fuente: https://evangeli.net


viernes, agosto 01, 2025

Evangelio Agosto 1, 2025

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Viernes 17 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,54-58): En aquel tiempo, Jesús viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?». Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.


«Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio»

Rev. D. Jordi POU i Sabater - (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)


Hoy, como ayer, hablar de Dios a quienes nos conocen desde siempre resulta difícil. En el caso de Jesús, san Juan Crisóstomo comenta: «Los de Nazaret se admiran de Él, pero esta admiración no les lleva a creer, sino a sentir envidia, es como si dijeran: ‘¿Por qué Él y no yo?’». Jesús conocía bien a aquellos que en vez de escucharle se escandalizaban de Él. Eran parientes, amigos, vecinos a quienes apreciaba, pero justamente a ellos no les podrá hacer llegar su mensaje de salvación.

Nosotros —que no podemos hacer milagros ni tenemos la santidad de Cristo— no provocaremos envidias (aun cuando en ocasiones pueda suceder si realmente nos esforzamos por vivir cristianamente). Sea como sea, nos encontraremos a menudo, como Jesús, con que aquellos a quienes más amamos o apreciamos son quienes menos nos escuchan. En este sentido, debemos tener presente, también, que se ven más los defectos que las virtudes y que aquellos a quienes hemos tenido a nuestro lado durante años pueden decir interiormente: —Tú que hacías (o haces) esto o aquello, ¿qué me vas a enseñar a mí?

Predicar o hablar de Dios entre la gente de nuestro pueblo o familia es difícil pero necesario. Hace falta decir que Jesús cuando va a su casa está precedido por la fama de sus milagros y de su palabra. Quizás nosotros también necesitaremos, un poco, establecer una cierta fama de santidad fuera (y dentro) de casa antes de “predicar” a los de casa.

San Juan Crisóstomo añade en su comentario: «Fíjate, te lo ruego, en la amabilidad del Maestro: no les castiga por no escucharle, sino que dice con dulzura: ‘Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio’ (Mt 13,57)». Es evidente que Jesús se iría triste de allí, pero continuaría rogando para que su palabra salvadora fuera bien recibida en su pueblo. Y nosotros (que nada habremos de perdonar o pasar por alto), lo mismo tendremos que orar para que la palabra de Jesús llegue a aquellos a quienes amamos, pero que no quieren escucharnos.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Un poco de fe puede mucho» (San Juan Crisóstomo)
  • «La fe florece cuando nos dejamos ‘atraer’ por el Padre hacía Jesús, y vamos a Él con corazón abierto. Ahí nosotros recibimos el don, el regalo de la fe» (Francisco)
  • «Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en aquel que Él ha enviado, “su Hijo amado”, en quien ha puesto toda su complacencia (cf. Mc 1,11). Dios nos ha dicho que le escuchemos (…) (cf. Mc 9,7)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 151)

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  • Fuente: https://evangeli.net

jueves, julio 31, 2025

Santos 350 Monjes y Mártires de Siria, discípulos de San Marón

Santos 350 Monjes y Mártires de Siria, discípulos de San Marón

Julio 31


El 31 de julio de cada año, la Iglesia Maronita recuerda a los 350 monjes maronitas que fueron martirizados en el año 517. Junto con el Patriarca y todos las maronitas en todo el mundo, que este año 2019 conmemoramos el 1502 aniversario del martirio de los 350 discípulos de san Marón.


En el año 451 los padres de la Iglesia se reunieron en el Concilio de Calcedonia. Allí definieron la enseñanza de la Iglesia Católica referente a la Persona de Jesucristo,

proclamando que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre.


Los maronitas defendieron enérgicamente la enseñanza de la Iglesia, definida previamente en el Concilio de Calcedonia, por lo que se ganaron la enemistad de los “monofisitas” ( n. del t.: quienes pensaban erróneamente que en Jesucristo sólo había una naturaleza: mono = uno / physis = naturaleza).


El conflicto entre los católicos maronitas y los monofisitas tomó tal envergadura que llevó a los maronitas a sufrir una tremenda persecución (517 d.C.), dejando como saldo a 350 mártires maronitas, quienes murieron por defender la fe católica (la cual confiesa las dos naturalezas de Cristo), y a innumerables que tuvieron que huir del monasterio de san Marón (Beit Marún) y sus alrededores.


Los maronitas informaron inmediatamente al Papa Hormisdas sobre estas luchas y persecuciones por defender su fe y de los numerosos mártires que murieron por Cristo a consecuencia de estas persecuciones.


Desde Roma el Papa escribió una hermosa carta para animar y fortalecer a los maronitas por tanto sufrimiento y en la que describió a los mártires maronitas como “soldados de Cristo Jesús y miembros vivos de su Cuerpo”.


En The Maronites: The Origins of an Antiochene Church , el abad Paul Naaman toma su historia de una carta de los archimandritas (es decir, abades y abades mayores) y monjes de Siria Secunda al Papa Hormisdas (514-523). Siria Secunda era la parte interior de la antigua Siria, después de haber tenido Apamaea (árabe: Afamiyya) en el río Orontes como su capital.


Hay una segunda carta de los monjes de Apamaea a sus propios obispos, también escrita en 517. Esto también está firmado por el archimandrita Alexander del monasterio de Marón. Afirma, como lo había hecho el primero, que el propósito de los monjes al viajar había sido pacífico. También hay una respuesta del Papa Hormisdas del 10 de febrero de 518.


Cornelia B. Horn, escribiendo en el Journal of Maronite Studies , tradujo tanto la carta de los monjes al Papa Hormisdas, así como su respuesta.


La primera carta, al Papa Hormisdas dice, en parte:


"Para Hormisdas, el patriarca más santo y bendito del mundo entero, el titular de la Sede de Pedro, el líder de los apóstoles, la petición sincera y la humilde oración de las archimandritas más importantes (y menos importantes) y de otros monjes de su provincia Siria. Secunda:


“La gracia de Cristo, el Redentor de todos nosotros, nos ha instigado a refugiarnos en tu bendición como desde la tormenta invernal hasta la quietud de un puerto. Se nos advierte y, de hecho, creemos que, aunque los desastres nos abarquen por todos lados, no estamos atrapados de ninguna manera. Porque incluso si sufrimos, lo soportamos con alegría, sabiendo que los sufrimientos de la actualidad son no digno de la gloria futura, que se revelará en nosotros.


"(Nos hemos opuesto) ... Severus y Peter, que nunca han sido contados entre el número de cristianos, que en cada día han atacado y anatematizado públicamente el sínodo sagrado en Calcedonia, nuestro santo y bendito padre Leo.


"... cuando íbamos a la pluma (celda) del Señor Simeón por la causa de la Iglesia, ellos (hombres instigados por Severus y Peter) nos estaban esperando en el camino tal como se había anunciado, profanándonos, y cuando nos encontraron por sorpresa, mataron a trescientos cincuenta hombres de entre nosotros, algunos heridos; pero otros, que podían refugiarse en los venerables altares, mataron allí y prendieron fuego a los monasterios, incitaron durante toda la noche a una multitud de personas y contratistas inestables y estaban desperdiciando toda la pobreza de la Iglesia a través de alborotadores destructivos de este tipo. . Sobre los detalles, sin embargo, los escritos pueden instruir su bendición, que fueron traídos por los venerables hermanos, Juan y Sergio, a quienes habíamos enviado a Constantinopla ...


“Oramos, por lo tanto, el más bendecido, nos arrodillamos y pedimos que te pongas de pie con fervor y celo y tengas piedad del cuerpo que está hecho pedazos (porque tú eres la cabeza de todos) y que tú vengar la fe que ha sido despreciada, los cánones que han sido pisoteados, los padres que han sido blasfemados y un sínodo tan grande que ha sido atacado con anatema ".


La respuesta del Papa Hormisdas agrega poco a esto. La apertura dice:

“Hormisdas, a los sacerdotes, diáconos y archimandritas de Siria Secunda.


“He leído sus muy estimadas cartas, por las cuales la locura de los enemigos de Dios ha sido abierta y la furia obstinada de los incrédulos, quienes con espíritu revivido odian al Señor y por lo tanto persiguen a sus miembros con perversidad, ha sido dolorosamente expuesta. En la medida en que se refiere al reconocimiento de su perseverancia, alabo a Dios porque él preserva la fe de sus soldados en medio de las adversidades ".


La tercera carta, de los monjes de Apamaea a los obispos, fue traducida al alemán y al francés por Suermann en Histoire des origins de l'Église Maronite (PUSEK 2010). Esta carta culpa a Severus por lo que ocurrió mientras viajaban por un área llamada "Kaprokeramée". No menciona el número asesinado y capturado, pero da más detalles de los ataques, de los cuales los monjes no podían defenderse (pp. 95-100).


El choque entre los monofisitas y otros cristianos surgió después del Concilio de Calcedonia (451): para ser breves, tenían ideas diferentes sobre la naturaleza de Cristo. Aunque solo los teólogos pudieron entender el argumento (e incluso pueden no haber sido claros al respecto), debido a que estos pensadores dirigieron sus iglesias, dividieron el cristianismo en dos facciones amargamente divididas, una grieta que solo se está curando lentamente hoy.


El Venerable Patriarca Douaihy, la "Memoria de los Maronitas", aceptó la historicidad de las cartas y los eventos descritos. La Iglesia Maronita ha celebrado durante mucho tiempo su fiesta el 31 de julio de cada año. Parece, entonces, un caso directo de 350 monjes maronitas asesinados por personas que fueron atacadas por los oponentes monofisitas de los monjes.


Hubo una trágica matanza de más de 350 monjes en 517, sin otra razón que su devoción a la verdadera fe. Es aleccionador reflejar que estamos viviendo en una época en que los cristianos sufren más persecución que nunca en nuestra historia.


Quizás, hemos tendido a pasar por alto las declaraciones y predicciones de persecución de Nuestro Señor:


· "Bendito seas, cuando los hombres te denigren, te persigan y digan falsamente toda clase de maldades contra ti, por mi bien. Alégrate, y alégrate mucho: porque grande es tu recompensa en el cielo; porque así persiguieron a los profetas que te precedieron ”(Mateo 5: 11-12).


La persecución es una realidad. No lo buscamos. Pero quizás se nos pedirá que lo aceptemos.


Cuando reflexionamos sobre los 350 mártires, tenemos que preguntarnos: "¿Estoy preparado para dar mi vida por el Señor, como lo fueron ellos?" vida. Lo que cuenta es la calidad de nuestras vidas, y ¿qué puede dar calidad a nuestras vidas sino la búsqueda de la santidad?


La santidad es la cualidad de Dios: es el acercamiento a su bondad, verdad y belleza. Debido a que debemos viajar a Él y a Su Reino, no podemos especificar la ruta que tomaremos. El camino está en sus manos. Solo podemos elegir caminar o no hacerlo. Y si aceptamos, entonces nuestra elección debe ser incondicional.


Recordemos siempre a los 350 mártires. Que sus oraciones estén con nosotros.